Un aneurisma de la arteria ilíaca es una dilatación anormal de las paredes de esta arteria, que transporta sangre a la pelvis y las piernas. Aunque pueden ser asintomáticos en sus primeras etapas, los aneurismas ilíacos representan un grave riesgo de vida si se rompen.
Causas
Las principales causas de los aneurismas incluyen:
Aterosclerosis: endurecimiento de las arterias debido a la acumulación de placas de colesterol.
Hipertensión: presión arterial elevada que ejerce una fuerza excesiva sobre las paredes arteriales.
Tabaquismo: un factor de riesgo clave en el desarrollo de aneurismas.
Historia familiar: las personas con antecedentes familiares de aneurismas tienen mayor probabilidad de desarrollarlos.
Síntomas
Los aneurismas ilíacos pueden pasar desapercibidos hasta que crecen lo suficiente para causar molestias o síntomas, entre ellos:
Dolor en la parte baja del abdomen, la espalda o la pelvis.
Sensación de pulsación en la zona afectada.
Dolor en las piernas debido a la disminución del flujo sanguíneo.
Diagnóstico
La detección de aneurismas ilíacos se realiza a través de estudios de imagen como ecografías, tomografías computarizadas (TAC) o resonancias magnéticas (RMN). Es importante monitorear su crecimiento para determinar la necesidad de tratamiento.
Tratamiento
El tratamiento varía según el tamaño y la gravedad del aneurisma:
Vigilancia: Aneurismas pequeños pueden no requerir intervención inmediata, pero se monitorean regularmente para detectar cambios.
Reparación quirúrgica: Aneurismas grandes o en riesgo de ruptura pueden ser tratados mediante cirugía abierta o mediante un procedimiento menos invasivo, conocido como reparación endovascular o EVAR.
La detección temprana es crucial para evitar complicaciones graves como la ruptura del aneurisma, que puede ser fatal.
Este blog tiene como objetivo proporcionar información general y no debe verse como un consejo médico. Siempre consulte con un profesional de la salud si tiene problemas de salud específicos.
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